Tras una fuerte campaña en su contra en el año 1979 se creía que la música disco había llegado a su fin. Un conjunto de estaciones de radio y representantes musicales de otros géneros se agruparon para formar la Disco Demolition Night, un evento en el cual se quemaron miles de álbumes disco de forma desenfrenada, trayendo consigo una intervención policial que condujo al declive de esta música en los charts de todo el mundo.
Sin embargo, no pasaron muchos años para que en la misma ciudad de Chicago los productores musicales comenzarán a reemplazar los instrumentos y músicos de sus estudios por secuenciadores y cajas de ritmos, como método para abaratar los costos. A través de tecnologías como el TR-909 de la Corporación Roland, se tomaron las interpretaciones más icónicas de la era disco para reconstruirlas y hacer versiones completamente reinventadas de las mismas.
Esta revolución en la industria musical tuvo su origen en discotecas frecuentadas en su mayoría por negros, latinos y gays como el Warehouse, y precisamente de allí se cree que viene su nombre: House. O al menos eso dice uno de sus precursores, el dj Frankie Knuckles, quien describe a este nuevo género como “La venganza de la música disco”.
El house nace a partir de tres bases fundamentales: las poderosas voces de “diva” que se popularizaron en la era disco, como la de Loleatta Holloway, que a su vez se encargaron de masificar el house a una mayor audiencia; las percusiones provenientes de las drum machines y finalmente el teclado, que se utilizaba de la misma forma que una guitarra eléctrica.
Finalmente, a medida que fue creciendo este género, se fue ramificando en distintas áreas como el acid, el deep y finalmente el italo house que catapultó el éxito mundial de sencillos como Ride on time de Black Box o el clásico de 1986 Your love, en los que claramente podemos ver que los ritmos de esa época fueron claves no solo para mantener viva la música disco, sino también para sentar el precedente de la cultura house que tenemos actualmente.